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El profesor de música

Vienen y se van. Hay personajes que aparecen en medio del misterio, dejan un halo que el recuerdo envuelve en una bruma que el sol atraviesa fugazmente para acabar disolviéndose no sin antes dejar un rastro más profundo que el que su corta presencia aventuraba. Euemio fue uno de ellos. Llegó solo con un zurrón y solo pudo saberse que venía de Honduras. En una comarca cercana a la población de Chichigalpa buscó a quién parecía tener más autoridad y le propuso juntar a los niños de las fincas colindantes y darles clase. Nadie sabe a ciencia cierta lo que hablaron, pero Severino le creyó y decidió ayudarle. Todas las tardes cuando acababa su jornada de trabajo en la finca cenaba frugalmente como era su costumbre y visitaba a sus vecinos para hablarles de las bondades de que sus hijos supieran leer y escribir. Con pocas palabras, pero llenas de convicción intentó conseguir su aprobación. Los padres de familia le escuchaban con amabilidad y respeto. Le sirvieron la mejor chicha de la
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Los bancos eran los templos

  -Shalom aleijem Jacob -Aleijem Shalom Ariel Eran de mediana edad y estaban sentados el uno frente al otro en dos de los poyetes a la entrada del templo. -Quería hablar contigo –comenzó al más alto y espigado de los dos, Jacob- porque creo que debemos reaccionar a lo que pasó el Sabbat. Es demasiado grave como para que no reaccionemos antes de que sea peor. -Tienes razón-contestó en un tono más sosegado su interlocutor-, desde que se tiene memoria, desde los padres de nuestros padres y más allá, ha sido en templos como éste donde se han realizado las transacciones más importantes y sobre todo dónde se han concedido los préstamos. Ha sido bajo la inspiración de Yaveh con la que se ha decidido a quién y con qué interés se prestaban los denarios. -Sacarlos de aquí sería quitarle el carácter sagrado al dinero y permitir todo tipo de especulaciones profanas -respondió Jacob en un tono más sereno pero también más contundente, acicateado al sentir el respaldo de Jacob- Yaveh nos or

Kaleidoscopic mirror: Potenciados y vulgaris

  Caminaba lentamente girando suavemente la cabeza a izquierda y derecha del sendero para apreciar el color de lo que le rodeaba. A Joan le gustaba especialmente esa hora de la tarde en la que el sol parecía ceder su protagonismo y dejar que la luz tenue reflejase con más matices la naturaleza de lo que le envolvía. Los detalles, ay, los detalles -se dijo a sí mismo- cuantas veces los había pasado por alto absorbido por conseguir lo que se había propuesto en la vida. Y sin embargo con el tiempo había aprendido a reconocer que eran más determinantes de lo que su obsesión por mantener el rumbo de su vida le había permitido apreciar. Se inclinó para dejarse llevar por la visión de un lirio silvestre orillado al borde del camino y aspiró fuertemente el olor de las hierbas que le acompañaban. Era la primera vez que, en su paseo vespertino, había desconectado su potenciador y disponía solamente de su cerebro natural.   Sonrió, recordando que los nuevos hechiceros como él los llamaba,

Fragilidad sobrevenida

  A Wil se le había ido agriando el carácter por el hecho de vivir junto al cuartel de la guardia somocista en León, Nicaragua. Él vivía de confeccionar trajes para los guardias y estaba claro que no les despertaba ninguna sospecha porque en los días tensos próximos a la insurrección sandinista no hubieran dejado que alguien que no fuera de su total confianza viviera junto a una tapia desde la que se podían oír los gritos de los torturados. Sin embargo, Wil albergaba un profundo resentimiento hacia los guardias   y, en más de una ocasión, facilitó, sin dejar rastro, la huida de algunos presos. A pesar de que los somocistas nunca tuvieron dudas sobre él, los quejidos de los que no habían podido escapar le fueron impactando de tal manera que, poco a poco, fue perdiendo su lucidez. Las desgracias, sin embargo, no suelen venir solas y a Wil le ocurrió una que acabó de doblegar su mente. Cuando preparaban la boda de su única hija, el novio, un muchacho lleno de vitalidad, viajó desd

El profesor Ferencz

  El ambiente era de una gran expectación. El profesor Ferencz iba a explicar a un selecto y reducido auditorio el resultado de sus portentosas investigaciones desarrolladas durante más de veinte años. Naturalmente en un período tan largo había permitido múltiples filtraciones a pesar de las murallas que el profesor y su equipo habían   en base a círculos concéntricos y laberintos llenos de pistas falsas y callejones sin salida- Se sabía, por ejemplo, que el profesor, un húngaro que había cambiado su nombre por su apellido para preservar el anonimato respecto a los detalles de su origen, había trabajado en los laboratorios de más de veinte países siempre buscando la mejor localización para sus epircopios , unos aparatos que captaban imágenes del pasado que fluían por el espacio. De hecho les había puesto ese nombre porque epir en griego significaba “atrás”. La idea parecía una quimera pero Ferencz estaba a punto de demostrar a sus invitados, divididos casi en partes iguales ent

La maldad comienza destejiendo vínculos

  La creatividad humana tiene dos caras y aplicada a la maldad puede llevarla hasta extremos que cuesta imaginar. La crueldad y el sadismo serían impensables en otras especies. Y siempre comienzan por deshumanizar al otro porque ni el más psicópata de los psicópatas aguantaría torturar a alguien a quien verdaderamente considerara su semejante. Sería un boomerang que acabaría por destruirle! En 1977 Abraham era un muchacho de quince años insertado en una familia evangélica de creencias firmes y prácticas robustas. Cuando la guardia somocista empezó a sentir que podía perder el control de Nicaragua se decidió a contratar militares de otros países que podían aplicar el terror sin peligro de que aflojaran por consideraciones de cercanía familiar o territorial. Así, sin vínculos, era más fácil despojar de humanidad al enemigo y convertirlo en un monstruo que justificase, a su vez, las monstruosidades ejercidas sobre él. Abraham tuvo la mala suerte de llamarse como el alias de un com