Ir al contenido principal

....continuación....Encuentros en la Quinta Fase-I

 Hidalgo: -Si no voy entendiendo mal, resulta, pues, que el descubrimiento quiere mantenerse con discreción y sin alharaca por parte del Consejo real para no despertar desmedida codicia, pero, o mucho me equivoco, o deben de estar armando empresas de navegación y conquista en las que la más gallarda gente de nuestro reino pueda probar fortuna en la mejora de su condición

Bachiller: -Así es, señor tío y, si vuesas mercedes perdonan mi atrevimiento, harto les diré que he sabido la fecha y lugar donde zarpa uno de estos bajeles y con cierta influencia podría conseguir un lugar para nos en su pasaje

Leonor:- Alto ahí, bachillercito!. Si no se te secó el seso del todo y queda algo más que alocada sed de aventuras regada con vino de fantasías juveniles, recapacita que todo eso son soñadas invenciones y que hay que andar por el suelo a pie llano y no por el aire siendo pasto de vencejos

Bachiller: - Querida tía, ¿acaso cree que voy a aceptar todos estos años de penurias pasados en Salamanca para acabar convertido en un destripaterrones en las depauperadas tierras de que disponemos?.  Algo he conocido del mundo y no soy tan mancebo que sólo en desaguisados piense. En esta época de revueltas comuneras y epidemias de peste, el mejor lugar para los hidalgos pobres, pero que tengan el corazón valiente y sano entendimiento es el de porfiar en ese recién descubierto continente por hacerse para sí y sus descendientes el espacio que sus dotes merecen y su patria les niega.

Leonor:- Muy bonito habla el señor bachiller, pero a mí, que no por ser vieja soy pendeja, no me engañan sus embustes. La valentía está en pugnar porque en la tierra de uno lo que está tuerto se enderece y no en meterse en trabajos que a nada conducen sino al dolimiento de todos.

Hidalgo: - Pon lo tuyo en concejo y unos dirán que es blanco y otros negro. ¿Cuál es su opinión, señor cura?

Cura:- ¡Pluguiese a Dios iluminar a éste, su vicario, en el acertado camino!, pues veo en el discurso del señor bachiller mucho donaire y algunas sinrazones que, acertadamente, señala su tía, pese a lo cual no puedo dejar de recordar lo que dijera el gran Domingo de Guzmán de que nuestra religión para ser completa debe ser aceptada por todos los pueblos de la tierra. Esa sola razón bastara para impulsar nuestras voluntades y arriesgar nuestras vidas pues es el servicio de nuestro señor el más alto deber de todo buen cristiano. Pero a eso debe añadirse que después de Dios está el rey y, a continuación, el cuido y engrandecimiento de nuestra hacienda. Por tales razones pienso que si acá nuestro bachiller con ser ciertas esas influencias de las que habla nos acomoda lugar en tan alta y noble empresa no debernos negarnos a lo que nuestro Señor a través del destino pone en nuestras manos.

 

 

Fin de la escena I

Comentarios

Entradas populares de este blog

Los bancos eran los templos

  -Shalom aleijem Jacob -Aleijem Shalom Ariel Eran de mediana edad y estaban sentados el uno frente al otro en dos de los poyetes a la entrada del templo. -Quería hablar contigo –comenzó al más alto y espigado de los dos, Jacob- porque creo que debemos reaccionar a lo que pasó el Sabbat. Es demasiado grave como para que no reaccionemos antes de que sea peor. -Tienes razón-contestó en un tono más sosegado su interlocutor-, desde que se tiene memoria, desde los padres de nuestros padres y más allá, ha sido en templos como éste donde se han realizado las transacciones más importantes y sobre todo dónde se han concedido los préstamos. Ha sido bajo la inspiración de Yaveh con la que se ha decidido a quién y con qué interés se prestaban los denarios. -Sacarlos de aquí sería quitarle el carácter sagrado al dinero y permitir todo tipo de especulaciones profanas -respondió Jacob en un tono más sereno pero también más contundente, acicateado al sentir el respaldo de Jacob- Yaveh nos or

Kaleidoscopic mirror: Potenciados y vulgaris

  Caminaba lentamente girando suavemente la cabeza a izquierda y derecha del sendero para apreciar el color de lo que le rodeaba. A Joan le gustaba especialmente esa hora de la tarde en la que el sol parecía ceder su protagonismo y dejar que la luz tenue reflejase con más matices la naturaleza de lo que le envolvía. Los detalles, ay, los detalles -se dijo a sí mismo- cuantas veces los había pasado por alto absorbido por conseguir lo que se había propuesto en la vida. Y sin embargo con el tiempo había aprendido a reconocer que eran más determinantes de lo que su obsesión por mantener el rumbo de su vida le había permitido apreciar. Se inclinó para dejarse llevar por la visión de un lirio silvestre orillado al borde del camino y aspiró fuertemente el olor de las hierbas que le acompañaban. Era la primera vez que, en su paseo vespertino, había desconectado su potenciador y disponía solamente de su cerebro natural.   Sonrió, recordando que los nuevos hechiceros como él los llamaba,

El profesor Ferencz

  El ambiente era de una gran expectación. El profesor Ferencz iba a explicar a un selecto y reducido auditorio el resultado de sus portentosas investigaciones desarrolladas durante más de veinte años. Naturalmente en un período tan largo había permitido múltiples filtraciones a pesar de las murallas que el profesor y su equipo habían   en base a círculos concéntricos y laberintos llenos de pistas falsas y callejones sin salida- Se sabía, por ejemplo, que el profesor, un húngaro que había cambiado su nombre por su apellido para preservar el anonimato respecto a los detalles de su origen, había trabajado en los laboratorios de más de veinte países siempre buscando la mejor localización para sus epircopios , unos aparatos que captaban imágenes del pasado que fluían por el espacio. De hecho les había puesto ese nombre porque epir en griego significaba “atrás”. La idea parecía una quimera pero Ferencz estaba a punto de demostrar a sus invitados, divididos casi en partes iguales ent