Nina apretó los dientes ¿cómo era posible?. Otra vez su marido Chepe había cruzado la calle para ir a ese antro. No le bastó ver como en la mañana los gorilas habían alineado a las 18 mujeres del prostíbulo para conducirlas en procesión militar al centro de salud, donde todos los últimos viernes de mes tenían concertada una revisión médica. Para ello cerraban a la población general el consultorio durante toda el día. Tal vez Chepe pensó que era el momento de garantizar que no agarraría ninguna infección. Lo cierto era que Nina no aguantaba más esa situación. Había amenazado a Chepe con todo tipo de represalias y algunas como la de tenerlo a pan y agua durante semanas cuando la humillaba visitando el burdel, las había cumplido. Pero sólo servían para que lo frecuentara con más asiduidad. Nada más quedaba irse o echarlo, aunque eso no era fácil. Eran tiempos de guerra y abandonar la casa familiar con los hijos resultaba arriesgado así que Chepe se complacía en desafiarla a qué se atrevi